Una de las preguntas más frecuentes cuando hablamos de fotografía infantil es: ¿cuál es la mejor edad para hacer una sesión de fotos con mis niños? Y la verdad es que la respuesta es tan sencilla como bonita: ¡cualquier edad es perfecta!

Como fotógrafa especializada en sesiones familiares y cotidianas, puedo asegurarte que cada etapa tiene su propia magia. Cada edad tiene algo especial, y cada momento merece ser guardado para siempre.

Recién nacidos y bebés: los primeros recuerdos

Las sesiones con recién nacidos y bebés son muy dulces y tiernas. Durante los primeros días y meses, capturamos esos detalles que cambian tan rápido: sus pequeños pies, sus bostezos, las primeras sonrisas. Son fotos llenas de calma y ternura, perfectas para recordar siempre esos primeros días juntos.

De 6 meses a 1 año: descubriendo el mundo

Esta etapa es maravillosa porque los bebés están llenos de curiosidad. Empiezan a sentarse, a gatear, a descubrir el mundo a su alrededor. Las sesiones a esta edad son muy dinámicas y divertidas, capturando todas esas primeras aventuras y expresiones espontáneas.

De 1 a 3 años: energía pura y espontaneidad

En estos años, los peques son pura energía y espontaneidad. Las sesiones a esta edad son impredecibles y auténticas. Saltan, corren, ríen sin parar… y precisamente eso es lo que hace que las fotos sean tan especiales. Aquí no hay poses forzadas, solo momentos reales de diversión y alegría.

Cuanto más libres se sientan, más genuinas serán las imágenes. Hay niños que no disfrutan de las fotos, y eso también está bien. Pero si logramos entrar en su mundo —a través de un juguete, una canción o algo que les entusiasme—, se sienten cómodos y nos regalan momentos inolvidables.

De 4 a 6 años: historias y fantasía

A esta edad, los niños empiezan a desarrollar más sus propias historias y fantasías. Sesiones llenas de juegos, disfraces y mucha imaginación. Es una etapa ideal para captar su creatividad y personalidad única.

Cuando ya tienen más de 3 años, muchas veces es clave darles tiempo. En las sesiones familiares más naturales, lo más importante no es el reloj, sino la conexión. Y si eso implica quedarnos un ratito más para que se sientan seguros, merece totalmente la pena.

A partir de los 7 años: recuerdos conscientes

A medida que crecen, los niños comienzan a entender mejor lo que significa una sesión de fotos. Participan activamente, disfrutan y aportan sus propias ideas. Es una etapa preciosa para crear imágenes que reflejen sus aficiones, su personalidad, y también esos vínculos tan fuertes con vosotros, los padres.


Cada momento es especial

Más allá de las edades concretas, lo importante es que cada etapa tiene un encanto único. Por eso, cualquier edad es ideal para realizar una sesión fotográfica con vuestros niños. La clave está en elegir un estilo de fotografía con el que os sintáis cómodos, y donde los niños puedan ser ellos mismos.

Así que no esperes a un momento concreto: cada día con tus hijos merece ser recordado. Y yo estoy aquí para ayudarte a crear esos recuerdos auténticos y llenos de vida.